miércoles, 23 de diciembre de 2015

"Nologismo"del liderazgo



Me ha resultado conmovedor el gesto de un manojo de personajes del oficialismo que, amenaza mediante, exigieron el retiro inmediato de sus retratos de un banner (cartel) que los proponía, junto a varios otros políticos emergentes provenientes de todo el arco ideológico en vigencia, como potenciales líderes –con la posibilidad implícita de que puedan, inclusive, ser los reemplazantes de los actuales-. Obviamente, para los exponentes del régimen incluidos en dicho gráfico, esto significaba colocarse en posición de hacerle sombra a su jefe, con las represalias de rigor que éste y su entorno ejerzan sobre ellas –pues fueron las mujeres de azul las más preocupadas por  “desaparecer” del cartelón-. Caer en desgracia por este tipo de susceptibilidades es propio de esquemas autoritarios (recomiendo leer “La Broma”, de Milan Kundera, para mayor abundancia sobre esta afirmación).

Y digo conmovedor por dos razones: la primera, porque la vehemente reacción de las damas de referencia tiene la triste connotación de revelar el temor patológico a poner cuestión la jefatura a la que responder sin chistar, negando su propia condición de políticas con proyección; la segunda, porque de no haber armado semejante berrinche, tal galería fotográfica hubiera pasado inadvertida y su difusor, el señor Alvarado, archivado en el anecdotario de la vida pública, en el anonimato.

Total, que el condenado afiche adquirió una visibilidad impensada, y que su breve promotor alcanzó una notoriedad que merecería ponerse  él mismo –que no figura entre los políticos emergentes del banner-. 

El lado gratificante del experimento ha sido que – a excepción de María Galindo, que siempre se ha mostrado reticente a compartir cartel con otros actores; ella siempre es el personaje principal- el resto de los “líderes del futuro” no ha mostrado antipatía hacia esta campaña, por lo que se infiere que han tomado de buen grado su inclusión en la misma, dejando entrever que en sus diversas tendencias existe algo más de tolerancia a la competencia (democracia, que le dicen) –empezando por sus propios líderes actuales- que la que se practica en la del régimen que, autoritario por definición, ha ocluido todo conducto que promueva nuevos jefes –que, a diferencia de los líderes, se asumen como poderosos dictadores-.

Es ya un lugar común hacerse la pregunta retórica sobre “cuándo se jodió” esto o aquello. Plinio Apuleyo, Vargas Llosa y Carlos Mesa hicieron dicha pregunta, cada cual en su país y en su momento. Hace años, el columnista Mauricio Aira la hizo respecto del MAS.

Confieso que, en principio quise titula esta columna como “¿Cuándo se (re)jodió el MAS?” pero lo consideré poco apropiado para la fecha; sin embargo, considero que lo hizo cuando se convirtió (¿o fue concebido así desde el comienzo?) en un instrumento al servicio de un caudillo (y su grupículo lambiscón) sin más proyecto que la reproducción ad aeternum del poder, más allá incluso de la existencia biológica de aquel y transmisible por vía genética a su descendencia –a la manera de una dinastía-.

La actitud adoptada ante un poster que pretendía resaltar su proyección como políticos por la muchachada oficialista es una comprobación fáctica de ese tipo de estructura inaccesible a la posibilidad de sustitución que asumen las organizaciones hipercentralizadas en la figura del caudillo (acentuada por sus valedores).

martes, 8 de diciembre de 2015

Disjusticia recargada



Comencemos por advertir que no hablo de injusticia, porque dicho término no alcanza para abarcar el concepto que pongo a consideración. Porque no sólo se trata de una mala administración de la justicia, ni del puro abuso de poder que la instrumentaliza. Se trata más bien del diseño de sistema jurídico en el que se aplica exactamente todo lo contrario de misma. Es la degradación absoluta de la idea misma de justicia.

No es la primera vez que hablo de disjusticia, pero ahora le agrego el adjetivo “recargada” porque –¡quién habría de imaginarlo!- había sido posible llevarla a extremos verdaderamente colosales. 

Mientras el régimen se llenaba la boca con la farsa de que las “elecciones” judiciales traerían consigo, cual si de una varita mágica se tratase, la sanación de los tribunales, otros manifestábamos escepticismo y proponíamos o voto en blanco o voto nulo. No obstante la sumatoria de ambos había superado al de votos en favor de algún postulante –obteniendo varios de ellos votaciones menores a las que consiguen candidatos al consejo estudiantil de un colegio de mediana magnitud-, el régimen insistió en llevar el despropósito hasta sus últimas consecuencias: las que el país está sufriendo ahora mismo y que no parece tener visos de solución (al menos mientras siga en el poder este esquema populista).

La treta del régimen fue puesta en evidencia y las acciones de los operadores de disjusticia la confirman: El dichoso esperpento electoral judicial sólo fue un mecanismo urdido, se dice, por el actual procurador, para responder a la presión “peguista” del lumpen abogadil masista –no olvidemos aquella preselección de “buscapegas” que hizo el rodillo oficialista- Total: que lo más abyecto –un par de excepciones hubo- del submundo tribunalesco acomodó sus asentaderas en los órganos de la disjusticia. Su única misión es la de cumplir, de manera análoga al amarre de guatos, lo que señala el dedo del caudillo. Quienes eventualmente osaron actuar al margen del yugo palaciego recibieron el castigo que el poder prevé para tales casos de comportamiento “inorgánico”.

Por el contrario, la obediencia ciega a los mandatos de la plaza Murillo, es premiada generosamente. Así por ejemplo, tenemos a un impresentable Rudy Flores del TCP siendo absuelto de un caso de atropello con muerte que lo involucra como autor del mismo –poco faltó para que condenaran a la familia de la víctima a pagar las abolladuras del vehículo- y viajando a China en gran troupe junto a tres decenas de badulaques, retornando furioso farfullando incoherencias para, acto seguido echar de un puntapié a quien había divulgado dicha fechoría. Por el momento, no hay poder terrenal que mueva a este sujeto de su puesto. Estas medallas las luce por haber sido el artífice de la declaratoria como “constitucional” del afán de perpetuarse que exhibe su jefe.

Lo más grosero del asunto es que los responsables del desastre (Morales & Cia) pretendan tomar distancia de una de sus partes constitutivas –como tratar de negar el aparato urinario de su cuerpo-. Cinismo químicamente puro que avergüenza a la ciudadanía.

La disjusticia ejercida por el régimen, en fin, se manifiesta de ésta y otras maneras. Lo hace en la sistemática persecución a ciudadanos (Carmelo Lens, su más reciente víctima), en las represalias a sus críticos, en la manipulación obscena de los procesos, en su versión extorsiva, en su “le meto nomás”, en su…

Más, para continuar con la tesitura esperanzadora de mi anterior entrega –“El año de Petardo”- el cambio ha comenzado a gestarse y con éste, una nueva era para la justicia.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

2015: El año de Petardo




                                         Foto: La Razón



A falta de un algo más de un mes para el cierre de gestión, y considerando improbable que se produzca un hecho de mayor relevancia, hoy, por sexto año consecutivo doy mi versión de lo que ha marcado, en términos simbólicos, al año que concluye, que no es, ni más ni menos, que lo revelado en el título.


No obstante, para llegar a mi argumentación, bueno será –a efectos de mantener fresca la memoria- hacer un repaso (una suerte de copiar/pegar actualizado) de los temas con los que caractericé a los años precedentes.


Así pues, habíamos denominado a 2010 como el  “año del rodillazo”, en referencia a la ocasión en la que la primera rodilla del Estado fue a estrellarse contra los testículos de un deportista que tuvo la mala idea de marcar, quitándole la pelota, a su poseedor. Tal hecho, decía, expresaba el modo arbitrario en el que el régimen entiende y practica el poder (“le meto no más”). Desgraciadamente, lejos de amainar, esta actitud se pronuncia con cada vez mayor torpeza..

2011 fue, de manera análoga, el  “año del MASking”, en alusión a la represión orquestada por Sacha Llorenti en Chaparina –hecho aún pendiente escalrecimiento y penalización a sus verdaderos responsables-. Recordará usted la manera en la que fueron sellados con masking los labios de los indígenas: clara representación de la postura gubernamental sobre la libertad y los derechos humanos.

Caractericé 2012  como el “año de la caca”, citando textualmente una escatológica declaración de la primera boquita del “Estado Plurinominal” respecto de las relaciones con Estados Unidos. Hay señales, no obstante, de que el nuevo contexto -viaje de "promoción de inversiones", incluido- obligará a Morales a comerse sus palabras, contenido incluido. Sin embargo, el reestablecimiento de relaciones diplomáticas plenas, sigue como materia pendiente (¿para 2016?).

Al cierre de 2013, declaré a ése comoel  “año de la extorsión”, cuyas secuelas se presentan hasta estos días y  no hay previsiones para que tal práctica, sobre todo en el ámbito de la justicia, acabe 

2014 fue, para un servidor, el "año del Estado Plurinomina", en obvia referencia al desastroso desempeño del órgano electoral, cuya idea de cambiar el carácter del estado en la papeleta electoral fue apenas una -la más grave por las consecuencias jurídicas implícitas- de muchas barabaridades que cometió. Tenemos, por obra y gracia de instituciones cooptadas por el régimen, un Presidente y un Vicepresidente doblemente ilegales: primero, por haber violado la CPE para habilitarse a la re-reelección y luego, por ser mandarios de un Estado alterado.



Y así, llegamos a este 2015, año que lo simbolizo en el animal que el Comité Cívico de Potosí adoptó para su causa y que, a estas alturas, es un auténtico patrimonio de la democracia. El buen Petardo.

Como vengando el degüello al que fueron sometidos congéneres suyos a manos de los "ponchos rojos" al mando de Eugenio Rojas, el noble can llegó para plantarle hocico al régimen y convertirse en su interpelador.

Empoderado, como les gusta decir a los "movimientos sociales", el querido perro es la imagen contestataria rumbo al referéndum de 2016, con su mensaje de repudio al intyento de reelegirse indefinidamente -pues tras una reforma vendrán cuantas sean necesarias para tal efecto- del tándem gobernante.

Cabe hacer notar que es la primera vez, lo digo con optimismo, que, según mi criterio, un año estuvo marcado por un hecho ocurrido al otro lado del poder.   

martes, 10 de noviembre de 2015

CorrupSIón

Me he tomado licencia de cometer una falta ortográfica de grueso calibre porque no encuentro mejor manera de expresar la relación consustancial entre la corrupción y el régimen del “Sí”. Que éste intente negar algo tan evidente,  sólo empeora su ya terminal estado de putrefacción.

El carácter mafioso del masismo se puso de manifiesto apenas se acomodó en el poder con el brote, cual si de hongos se tratase, de numerosos hechos de corrupción “menuda” cuya comisión –uso el término con dos de sus sentidos- apenas pasó de los trascendidos en la prensa, dada la novedad de la administración estatal en manos “originarias”.

De aquella primera ola de pillerías de poca monta, recordamos, por ejemplo, la de unos tractores destinados al agro del oriente  “guardados” en el terreno de un connotado dirigente y parlamentario de la “revolución cultural” azul. Traemos a la memoria también los reiterados casos de venta de avales, algunos de los cuales llegaron al mismísimo palacio de gobierno. Rememoramos, asimismo, los desvíos de alimentos comandados por una dama muy poderosa del régimen. Difícil olvidarse del asunto de la venta de pasaportes a ciudadanos chinos –parte 2- o de escandaletes por tráfico de bienes incautados al narcotráfico. Dada su legitimidad de origen, el entonces nuevo gobierno salió indemne de éstos y otros asaltos similares. Ya por esos años se decía que por mucho menos otro gobierno habría periclitado.

Pero, en la medida en que el régimen se fue adueñando de la justicia, del poder electoral, y de las organizaciones de la economía, los hongos se fueron transformando en enredaderas cada vez más complejas, en verdaderas redes de extorsión, como se comprobaría más tarde con casos como el del ciudadano estadounidense Ostreicher.

La magnitud de los actos de corrupción fue en ascenso y ya no se trataba de robos de bagatela sino de descomunales acciones criminales como la de los 33 camiones y las de YPFB (que había comenzado con el caso “Rugrats” y lo último que se sabe es que las cisternas que contrataba eran usadas para el tráfico de drogas) como la de Catler-Uniservice en la que, inclusive, corrió sangre.

El régimen, sin embargo, siguió superándose a sí mismo y transitando de escándalo en escándalo como en lo que yo llamo la trilogía “S.O.S.” (Sanabria-Ormachea-Soza) en la que el narcotráfico, la extorsión y el abuso de poder se hicieron la norma del régimen.

Sin causar mayor desazón en la ciudadanía –debido a su carácter intangible- una transversal de la corruptela masista fueron –y siguen siendo- las adjudicaciones de contratos sin licitación, llevando el “roban pero hacen” a grados superlativos –“nivel leyenda”, como dicen mis estudiantes-.

Ha sido, sin embargo, con el megarrobo en el Fondo Campesino, que el régimen ha acabado por mostrarse de cuerpo entero, como vulgar asaltante. Y tengo la impresión de que en este momento está tratando de contener con un dedo, por lo menos hasta que pase su re-referéndum, una ola de corrupción aún mayor.

La reciente publicación en la que el denominado “Estado Plurinacional” alcanza el dudoso honor de llevarse el vice-campeonato de corrupción en Sudamérica –podio que comparte con Venezuela en el primer lugar y Ecuador en el tercero (sintomáticamente los tres países que NO visitarán los Rolling Stones en su gira por el continente)-, corrobora lo dicho.

Mi explicación para comprender por qué tanto latrocinio estatal no ha hecho que el régimen se vaya a pique, además de lo obvio, radica en que éste ha tenido la habilidad de tratar aisladamente cada caso; y está visto que, en conjunto, el fardo es colosal. ¡Qué SInvergüenzas!