jueves, 18 de diciembre de 2014

2014: El año del Estado plurinominal

Tal como lo vengo haciendo cada cierre de gestión, desde hace cinco años, vengo a ofrecer mi personal caracterización –ya adelantada por el título- del retrogusto que nos dejaron estos últimos 12 meses.

Sin embargo, a manera de refrescar la memoria, haré un breve repaso de aquello que consideré como (in)digno de recordar los anteriores balances.


Señalé a 2010 como “año del rodillazo”, en referencia a la ocasión en la que la primera rodilla del Estado fue a estrellarse contra los testículos de un deportista que tuvo la mala idea de marcar, quitándole la pelota, a su poseedor. Tal hecho, decía, expresaba el modo arbitrario en el que el régimen entiende y practica el poder (“le meto no más”). Desgraciadamente, lejos de amainar, esta actitud se ha pronunciado más aún.

 
Califiqué a 2011 como “año del MASking”, en alusión a la represión orquestada por Sacha Llorenti en Chaparina –recientemente, el ex comandante de la Policía, Muñoz, ha vuelto a asegurar que el actual embajador ante la ONU fue quien dio la orden para ejecutar la salvaje operación-. Recordará usted la manera en la que fueron sellados con masking los labios de los indígenas: clara representación de la postura gubernamental sobre la libertad y los derechos humanos.
 
Indiqué que 2012 fue “año de la caca”, citando textualmente una escatológica declaración de la primera boquita del “Estado Plurinominal” respecto de las relaciones con Estados Unidos. Ya hay señales, no obstante, de que el nuevo contexto obligará a Morales a comerse sus palabras, contenido incluido.
 
Caractericé 2013 como “año de la extorsión”, aún fresco en la memoria por lo que no abundaré en mayor detalle, salvo mencionar que un sospechoso silencio se ha instalado respecto de la red gubernamental de extorsión.
 
Y acá estamos, denominando 2014 como año del “Estado plurinominal” en obvia referencia al desastroso desempeño del órgano electoral, cuya idea de cambiar el carácter del Estado en la papeleta electoral fue apenas una –la más grave por las consecuencias jurídicas implícitas- de muchas barbaridades que cometió.
 
Total, que así fuera muy legítimo, tendremos un Presidente doblemente ilegal: primero haber violado la CPE para habilitarse a la re-reelección y luego por ser mandatario de un Estado alterado.

jueves, 4 de diciembre de 2014

El Innombrable, su ego y Mr. Burns

Sólo a un(os) necio(s) se le(s) ocurriría hacer algo que, vistos sus perniciosos efectos en otros, es más probable que produzca un desastre antes que un alivio.

Tal puede ser, por ejemplo, el consumo de drogas. Si bien en cierto momento se tuvo mucha fe en ellas por sus efectos evasivos, con los años se fue acumulando la suficiente información (traducida, eventualmente, en estadísticas de muertes) como para tomar distancia de las mismas. Así pues, quienes a pesar de todo lo que se sabe sobre aquellas optan por consumirlas de todas maneras están, en mi criterio, incurriendo en un hecho de absurda necedad; asunto en principio individual que pasa a afectar al entorno familiar y- por masificación- a la sociedad en general.

Algo así pareciera estar sucediendo, a juzgar por el entusiasta anuncio del régimen, en torno a la instalación de una planta nuclear en territorio boliviano –paceño, para mayor precisión-.

¿Qué extraño designio puede estar influyendo en la mollera de El Innombrable (lo pongo de esta manera para que no se piense que, dado mi penoso anonimato, quiero ganar popularidad mentándolo) para embarcarse en semejante desatino?

“Con la planta nuclear me sentí en la cima del mundo”, dice el inefable Montgomery Burns en un episodio de Los Simpson. ¿Tiene la obsesión de El Innombrable alguna relación con estas palabras?

“¿Eres egocéntrico?” le pregunta a El Innombrable la periodista María de los Ángeles Baudoin  (Suplemento “Ventana”, La Razón 2 de febrero de 1997). Luego de explicarle el significado del término, que El Innombrable desconoce, éste responde “Sí, es un vicio”. Huelgan mayores consideraciones.

Me encuentro leyendo el libro “Los Simpson y la filosofía” (varios autores). De éste extraigo la siguiente descripción de Springfield: “La planta nuclear es una fuente de contaminación y peligro constante, pero al menos pertenece al magnate industrial y esclavista local, Montgomery Burns, y no a alguna remota corporación multinacional”.  ¡Vaya consuelo!

Puestas así las cosas, la conclusión es que, para inflar aún más su ya elefantiásico ego, El Innombrable está dispuesto a convertir nuestra ciudad en el próximo Chernobyl. Burns se frota las manos y murmura “excelente”.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Regentes plurinominales

De amplia aplicación, aunque la palabra suene algo añeja, “regente” es la persona que ejerce cierta autoridad en nombre y con el consentimiento de una tercera. Así pues, la referencia más próxima que se nos viene a la mente es la del regente de una escuela que, evidentemente, ejerce autoridad en nombre del director quien, más abocado a tareas de orden académico-administrativas, deja para aquel el trabajo menos amable, generalmente el disciplinario. Antes que respetada, su presencia es, más bien, temida.


Ocurre que, con cada vez mayor evidencia, se está revelando que el Estado Plurinominal tiene, delegados en diversos ámbitos, a sujetos en calidad de regentes para, según el caso, evitar disidencias, censurar, disciplinar, intervenir, espiar, atemorizar o, finalmente, castigar. Todo ello en nombre del Jefazo.

El primer indicio de la presencia de regentes plurinominales lo sacó a luz Raúl Peñaranda, en su libro sobre los medios paraestatales, detallando la acción de uno cuyo trabajo excede el del dictado de contenidos e incursiona en los “negocios” de “adquisición” de alguno de ellos y la cooptación de otros.

Más evidente es el papel del regente del órgano electoral –mismo al que debemos la denominación de “Estado Plurinominal”-, compañero de aventuras, desventuras y disfrute del poder del Khananchiri y hombre de entera confianza del mismo. Cuentan buenas y malas lenguas que nada se hace al interior del TSE sin su venia y que está obsesionado con, algún día, poder censurar contenidos en las redes sociales, con lo que agradaría infinitamente a su (co)mandante.

Y sin estar hasta ahora muy conscientes de ello, nos venimos a enterar que la cultura había tenido también un regente pluri, quien tiene por misión aplicar mordaza (censura) a aquellas manifestaciones que a su juicio disgustarían al capo de tutti capi.

Tengo la impresión de que utilizando métodos disuasivos –premios, contratos, viajes- la regencia plurinominal mantiene satisfecha a una buena parte de los actores culturales del país que, complaciente, mantiene un silencio cómplice ante la frecuentes restricción a las libertades impuesta por el régimen, una de ellas –la de expresión- cara a artistas e intelectuales.

jueves, 6 de noviembre de 2014

Olivia

Como para ratificar que en nuestro país pasa todo y no pasa nada, el dichoso Tribunal Supremo Electoral ha dado por cerrada la página de las pasadas elecciones y, sin ponerse colorado por la magnitud de sus deficiencias –expiadas, a entender de sus operadores, con la destitución de un subalterno- apunta a arbitrar las elecciones subnacionales supeditando la fecha de su verificativo a una ambiciosa demanda presupuestaria, como si la calamitosa falta de preparación de sus miembros se solucionara con un jugoso cheque.

La cuestión es que quien escribe no está dispuesto a dejar pasar como anécdotas –como lo hace el régimen-, así fuera sólo testimonialmente, la serie de barbaridades cometidas por el órgano electoral en la gestión del proceso recién pasado. En particular una de ellas, para lo que recurriré a un par de casos análogos.

Es de norma que si en un cheque girado a su nombre, estimado(a) lector(a), éste está mal escrito, el cajero del banco va a rechazar la transacción. No importa cuán apurado(a) se encuentre usted o que el error sea “mínimo”.

Más dramático es el caso de un mal registro en Derechos Reales; por ausencia de una tilde, la propiedad de su inmueble podría quedar en entredicho y salvar el entuerto podría tomar un tiempo indefinido.

Me estoy refiriendo, claro, a la denominación de “Estado Plurinominal” impresa en la papeleta en la que los electores emitimos el voto. El asunto ha sido calificado como un simple “error de dedo” sin mayores consecuencias jurídicas, cuando tratándose de un acto legal, como lo es el electoral, su efecto es el de nulidad de los sufragios emitidos en tales papeletas, ergo, al haberse empleado las mismas para todos, la nulidad del acto electoral del 12 de octubre. Pero, ya se sabe, no va a pasar nada.

En mi anterior entrega planteé la necesidad de una remoción total de los vocales del TSE (inclusive de algunos TDE’s) para ser sustituidos por notables. Me han preguntado qué es un “notable”. Un(a) notable es una persona que no necesita ser vocal electoral para “ser alguien”, en virtud a que sus logros y méritos le han otorgado un reconocimiento académico y social que va más allá de cargos transitorios.

Respecto al título, me comí la “B”. Usted dispense…

jueves, 23 de octubre de 2014

TSE, o el súmmum de la chapucería



Si uno creía que lo del censo fue el “no va más” de la incompetencia o que lo de la justicia, producto de las malhadadas elecciones judiciales, es la muestra más vergonzante del estado de las cosas, tiene ahora motivos para corroborar que siempre puede haber casos peores. Pero que ni el ministerio de Planificación ni los administradores judiciales se sientan aliviados (consuelo de tontos).

El asunto es que el Órgano Electoral del “Estado Plurinominal” ha hecho méritos más que suficientes para ser el más chapucero de toda la (des)institucionalidad en la que el país anda sumido.

Lo ha hecho a pulso, como queriendo que su cusetionable logro esté fuera de toda duda, como para ser el dueño absoluto de los titulares de prensa, como para que su protagonismo sea indiscutible.

El deterioro institucional y moral del árbitro electoral no es, sin embargo, de reciente data y lo ocurrido con el actual es la vil consecuencia de la intromisión del régimen en asuntos de su concernencia a partir de la “gestión” del señor Exeni hasta la caricatura de entidad que tuvo la (i)responsabilidad de administrar los más recientes procesos –y, en particular, el último-.

Ocho personajes de avería (siete vocales y un comisario impuesto por la Vicepresidencia) con sus correspondientes representantes en varios tribunales departamentales, han sido los causantes del mayor desaguisado de la historia electoral de Bolivia, al extremo que a los habitualmente timoratos y complacientes observadores de la OEA no les quedo otra que referirse, así sea en términos diplomáticos, a la lamentable actuación del TSE.

Desde sus tropiezos en la delimitación de las circunscripciones uninominales hasta el calamitoso estado de su sistema informático, pasando por su simpatía por el narcodictador García Meza o por su permisividad para con la campaña del candidato-presidente, sin olvidar lo del “Estado Plurinominal”, el dichoso Tribunal Supremo Electoral ha superado cualquier pronóstico de Murphy.

A la prescripción de no militancia partidaria (Ovando estaría inhabiltado) habría que agregar la de no militancia corporativa; retomar el criterio de notabilidad. De lo contrario, la crisis de confianza se agudizará inexorablemente.

¿Ir a una nueva elección con el actual Tribunal? ¡Dios nos libre!

jueves, 9 de octubre de 2014

¿Democracia residual?

Quisiera, de todo corazón, decir que hemos arribado a 32 años de democracia en pleno desarrollo y proyección de ésta. Pero, honestamente, debo lamentar que desde hace nueve años Bolivia esté atravesando por un sostenido proceso de depauperación de la misma.

Lo que estamos viviendo –no obstante estar, ahora, acudiendo a las urnas- es una suerte de “democracia residual” cada vez más exenta de los elementos que definen un sistema democrático y con la perspectiva de su liquidación total en la medida en que el régimen en funciones se define exactamente desde las antípodas. En palabras de Víctor Hugo Cárdenas, que comparto plenamente, éste “no es un régimen democrático con destellos autoritarios, sino un régimen autoritario con destellos democráticos”. Destellos, estos últimos, en progresiva merma.

El corporativismo, el centralismo, la arbitrariedad y el culto a la personalidad se han apoderado de la estructura estatal con su correspondiente irradiación social, mientras que el Estado de Derecho se encuentra, temporalmente tengo la esperanza, de vacaciones.

Lo más duro está por venir y cada resquicio de libertad que escape al control del régimen deberá ser aprovechado por quienes no nos hemos dejado aturdir con los cantos de sirena de un régimen que consiguió, sobre la base de una prosperidad con pies de barro, minar la voluntad de importantes bolsones otrora parte de la conciencia democrática.

Más temprano que tarde, nos espera la dura tarea de la reconstrucción institucional de la república: reponer una corte electoral independiente, autónoma, imparcial y neutral; establecer un poder Judicial confiable e independiente; garantizar un Legislativo al que vuelva el debate, tan venido a menos la última década; concretar la reposición de normas (SAFCO, por ejemplo) para el control a las contrataciones y adquisiciones estatales, fuentes primarias de la corrupción. En suma, reconstruir el Estado de Derecho y transitar por el camino de las reformas para hacerlo cada vez más democrático.

Estas elecciones pueden ser el principio del cambio hacia un renovado sistema de pesos y contrapesos (elemental principio democrático), en el mejor de los casos, o de la extensión de un cheque en blanco al poder establecido para prolongar su depredación de la democracia, en el peor.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Sillas vacías

Escribo antes de que se lleve a cabo el último de los foros-debate patrocinados por la Asociación de Periodistas de La Paz, el que congregará a los aspirantes a la presidencia de Bolivia y, sin dármelas de adivino, veo que la silla correspondiente al candidato inconstitucional Evo Morales está vacía, como invariablemente lo estuvieron las correspondientes a los postulantes de la tienda gobernante. El desprecio por la democracia que exhiben los operadores del régimen es realmente grosero.

Se puede entender, sin embargo que, debido a sus limitaciones, el señor Morales Ayma, no quiera exponerse – a sus asesores, menos aún-. No es lo mismo arengar a multitudes obligadas a asistir a actos oficiales o de campaña que confrontar dialécticamente la visión propia con las de otros. El régimen tiene el fundado temor de que exponer a Morales a una situación tal significaría la caída de toda su estantería sostenida, entre otras cosas, por una publicidad engañosa y delirantemente onerosa.

En una hipotética comparecencia al debate, el antidemocrático Presidente tendría que responder acerca de, por ejemplo, la red gubernamental de extorsión, las ejecuciones extrajudiciales durante su gestión, los nexos de su gobierno con el narcotráfico (Chapare) y un rosario de hechos de corrupción.

Lo que no se llega a entender es que un individuo que se las da de gran polemista y lector de más libros que los que en cinco vidas se pueden leer haya declinado asistir al debate entre vicepresidenciables. La razón parece ser que en los pocos que participaron, al comienzo de las campañas, perdieron –mencionamos a los candidatos al Senado Carlos Romero y José Alberto Gonzales- los papeles, se salieron de sus casillas, montaron en cólera, cada vez que algún oponente les encaró la farsa del pretendido país de las maravillas que la propaganda oficialista imagina.

Así pues, la silla vacía de los debates electorales es el mejor signo de cuánto respeto por la democracia profesa el régimen, causando gran desazón entre los electores, aunque no mayor a la que debe sentir el propio Morales cuando, en ciertos foros internacionales, las sillas vacías son las que lo aplauden.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Ambiente enrarecido

A cuatro semanas para el verificativo de las elecciones generales, el ambiente político puede describirse como altamente contaminado por acción del régimen que, habiendo partido con una ventaja de más de ocho años de campaña electoral permanente, se la pasa echando emisiones de dióxido de carbono a todo aquel competidor que ose pisarle los talones. Para ello tiene varios dispositivos que usa según sea el caso.

Uno de ellos es el Tribunal Constitucional, (i)responsable de haber habilitado, contra lo que prescribe la propia Constitución masista y contra el más elemental sentido común, al señor Morales como candidato a un eventual próximo periodo presidencial. Su acompañante de fórmula introdujo el concepto de “estrategia envolvente” para validar esta impostura. Se trata, entonces, de una candidatura de contrabando conseguida a fuerza de violar normas y, lo que es más vergonzante, con posibilidades de triunfo.

Otro dispositivo de los que el régimen echa mano es el Tribunal Supremo Electoral, en rigor un apéndice del ejecutivo encargado de apoyar la campaña de los candidatos de contrabando y de ponerles la mayor cantidad de trabas posibles a sus oponentes. Sus muestras de parcialización con la fórmula oficialista son tantas que no es descabellado pensar  que se esté montando un fraude de grandes proporciones.

Asimismo, el Órgano Judicial es el instrumento  de permanente acoso a quienes tengan la osadía de poner en cuestión el discurso único del llamado “proceso de cambio”. Casos tan groseros como los de la detención de Mario Orellana, candidato del MSM, o la negativa de la “justicia” de permitir que Ernesto Suárez y Savina Cuéllar, candidatos de Unidad Demócrata, desarrollen sus respectivas campañas en plena libertad, dan cuenta de la más abyecta sumisión de un poder a otro.

Es en estas condiciones, para no hablar del derroche de recursos públicos para su campaña del que hace gala el régimen, que los bolivianos acudiremos a depositar nuestro respectivo voto, a riesgo de ser chicoteados por sus violentos “movimientos sociales”.

La ciudadanía, no obstante, cuenta con espacios para informarse y testimoniar el desarrollo de los comicios. Hacer el uso apropiado de los mismos es un deber ineludible.

jueves, 28 de agosto de 2014

El Maschismo

En tiempos tan acelerados como lo es el electoral, un hecho, una declaración o una denuncia suelen ser rápidamente ensombrecidos por otros que buscan, precisamente eso. En tal dinámica, es todo un arte el separar el grano de la paja.

Sin embargo, cuando ciertas acciones o dichos afectan la sensibilidad pública, de poco sirven las disculpas y las explicaciones, que más bien complican más a quienes las presentan.

Así pues, prácticamente a dos semanas de haberse producido –cuando un montón de cosas de esa data ya no merecen mayores comentarios- nos encontramos todavía condenando, y seguramente lo seguiremos haciendo dentro de los próximos 20 años, las infelices declaraciones de un sujeto llamado Ciro Zabala, a la sazón candidato a primer senador por el MAS en Cochabamba.

Es probable que, así como ocurre con el actual presidente de la Cámara de Senadores –asociado, haga lo que haga hasta el fin de sus días, al degüello de canes-, el personaje de marras acabe los suyos como aquel que quiso “enseñar a las mujeres a comportarse”, haciendo gala de un machismo rayano en el paroxismo.

Como muchos, puse en cuestión el “consejo” del estulto candidato a la damas de “no vestirse provocativamente” por, supuestamente, estar invitando a ser violadas. ¿Se visten provocativamente, acaso, todas las niñas que a diario son vejadas por machos con la mente podrida al estilo del masista de marras?

Pero, para alivio del misógino Zavala, el suyo no es un caso aislado, como puede ocurrir tratándose de cualquier otro grupo. Lo suyo es una marca, una franquicia si se quiere, consustancial a la tienda política que lo patrocina. Llamémoslo “Maschismo”.

El de este hombre que, dicho de paso, llegó a la candidatura luego de dos fallidos intentos del régimen por habilitar a otros –Adolfo Mendoza, particularmente, redomado pegamujeres- es solamente el más reciente caso de este tipo. Y no creo que vaya a ser el último; ya nos iremos anoticiando de otros “maschistas”, caracterización de la que no se libra el señor Morales, a la sazón Presidente-candidato de contrabando, cuyas frases en esta materia lo pintan de cuerpo entero.

Lo más llamativo es que, ¡vaya uno a saber por qué misteriosos designios!, las propias mujeres del régimen defienden a estos canallas.

jueves, 14 de agosto de 2014

La mala hora del Qananchiri

La opinión gráfica firmada por Lusbel en el matutino El Diario (12-08-14) muestra a los candidatos en la carrera hacia la presidencia en esforzado paso por la pista pero quien –según esta imagen- a pesar de llevar la delantera parece el más fatigado es el presidente-candidato Morales Ayma ya que lleva a sus espaldas un pesado fardo que le impide avanzar con mayor ventaja. Esa carga es su compañero de fórmula, el Qananchiri, como se lo conocía en los círculos subversivos que frecuentaba.

En una entrevista en el programa “No mentirás” (13-08-14) al ex ministro de educación del régimen que fuera expulsado del mismo y retirado de su candidatura a Gobernador de La Paz por haber estado vinculado a un escándalo en vía pública, Félix Patzi, confiesa que el MAS lo ha invitado a retornar a sus filas -como lo ha hecho con Abel Mamani y Justa Cabrera, quienes no la pensaron dos veces y se alinearon con el régimen de inmediato, o con Filemón Escóbar, que mandó a rodar a los oficialistas- pero que ha puesto precio a su reincorporación: el alejamiento del Qananchiri del partido de Gobierno.

¿Qué ha ocurrido para que, en su tránsito de asaltante ilustrado a bon vivant de la política, este personaje se hubiera convertido en poco menos que lepra para propios y extraños?

Cuando digo “propios”, obviamente hago referencia a cercanos suyos que andan repartiendo con generosidad pruebas de la existencia de una red de favores que ha puesto a la defensiva al mentado Qananchiri. ¡No se estrelle contra el mensajero, señor Iluminado; busque en casa –en su dacha, diría un malintencionado bien informado- aunque lo que vaya a encontrar no sea del agrado suyo!.

Y como si fuera poco, resulta que tras la detención de un sicario extranjero, éste se permite develar que era parte del grupo de inteligencia del aludido Qananchiri y que la computadora que le incautó el Ministerio Público contiene información de Estado que podría comprometerlo seriamente. ¡Qué tal!

Así pues, estos últimos días han sido pródigos en revelaciones sobre el modus operandi del Iluminado. Una piadosa dama podría decir “es que su pacto con Belcebú ha comenzado a pasarle factura”, de una importadora, agrego.

jueves, 31 de julio de 2014

Grosero disciplinamiento



No. No voy a salir en defensa de las tribunas enjuiciadas sumariamente por el régimen ni del tribuno próximo a correr la misma suerte.

Aunque desde lo humano el asunto es penoso, cabe preguntarles a los tres: ¿Acaso no sabían a lo que se estaban metiendo? ¿Qué les hizo pensar que sus padrinos le habrían de dejar siquiera un segundo pensar por sí mismos? ¿Se creyeron acaso que llegaron al Tribunal para ejercer control constitucional? ¡Háganme el favor!

Ustedes, como el resto de los “elegidos”, se prestaron al juego del poder y el poder, masistrados caídos en desgracia, no admite sino la obediencia a sus designios, a sus caprichos inclusive.

Ustedes, como el resto de los  “elegidos”, se montaron en la farsa de las “elecciones judiciales” y ni se condolieron cuando la ciudadanía los declaró ilegítimos con su voto mayoritario por el “nulo” y el “blanco”; ¿Con cuántos votos llegaron ustedes?...

Entraron por la ventana y el régimen, como de costumbre, “le metió nomás”. El juicio en contra suya, culpables criaturas, es lo que el régimen necesitaba para disciplinar a sus colegas. El mensaje está claro: o se someten a las órdenes del mandamás o les espera lo que a estos tres díscolos. Amén.

Así es que masistraditos del Agrario, del Supremo, del Consejo de la Judicatura y del Constitucional –y, de taquito, los del Órgano Electoral- a portarse bien, a hacer sus deberes obedientemente.

Escuchen atentamente: el señor Vicepresidente ha dicho que con la separación de dos o tres no se soluciona el problema. ¡Todo aquel que ose administrar justicia está en capilla!

Pero, en otro orden, el segundo de abordo tiene razón. El origen del problema está en el malhadado proceso “electoral” judicial; o sea, la cuestión tiene una falla de origen que no se soluciona sacrificando a un puñado de operadores y menos con revocatorios tirados de los cabellos.

Para que se entienda: el problema está en las entrañas del llamado “proceso de cambio” y la solución es extirparlo de cuajo –democráticamente, se entiende-. En última instancia, el propio Vice y su monstruosa creatura son parte del problema, no de la solución.

El remedio resultó peor que la enfermedad y no les da ni para curarse en salud.

jueves, 17 de julio de 2014

Vigilar ¡y sancionar!



Oficialmente, el país ha ingresado a modo electoral. Recalco lo de “oficialmente” porque el régimen –y, en grado infinitamente menor, las expresiones democráticas del sistema político; aunque éstas lo han hecho con su dinero- está en campaña electoral permanente desde hace años –con nuestro dinero- sin que al órgano electoral se le mueva un pelo.

Desde la ciudadanía, se han reportado un sinnúmero de hechos irregulares tanto durante pasados actos –emisión del voto- electorales como en los procesos de registro de votantes y en el manejo del padrón, mismos que han caído en saco roto. No se necesita ser un recalcitrante opositor para caer en cuenta de que el Poder Electoral (como los poderes Legislativo y Judicial) ha sido tomado por el Ejecutivo y actúa en favor de éste.

Ahora bien; las expresiones democráticas que han salido al frente del régimen y le van a dar batalla en las urnas conocen este extremo y aun así están dispuestas a competir –alguna de ellas con una interesante proyección, inclusive- por captar el voto ciudadano.

Y es precisamente en la cancha de la ciudadanía –considerando como tal a la inmensa mayoría que no se debe a la determinación de una corporación- donde, en conciencia y libertad de decisión, se va a jugar la final de la justa electoral.

A diferencia de quienes sólo acuden a cumplir una instrucción gremial, dejando de lado su personalidad propia, los ciudadanos y las ciudadanas van a optar por emitir su voto guiados por la información –racional y emotiva- que reciban de las alternativas en carrera. Una parte de éstos apoyará al régimen y otra, probablemente, llevará agua al molino de la propuesta mejor posicionada hasta el día de la elección.

Esta parte del electorado, incluso aquella que vote por el actual oficialismo, tiene una doble responsabilidad: la primera, por supuesto, la emisión de su voto; la segunda, la vigilancia de su propio sufragio y del proceso electoral en general. Para ello, ya existe una plataforma multi institucional que invita a velar por unas elecciones informadas, transparentes, vigiladas y, en lo posible, con debates previos a la jornada de los comicios.

Pero, ¿de que serviría una ejemplar vigilancia que dé cuenta de buena parte de las irregularidades que puedan ocurrir si quienes las cometieran no recibieran, asimismo, una ejemplarizadora sanción?

Más aun, ¿Qué ocurriría si las irregularidades superan el límite razonable? ¿cabría una anulación de las elecciones?

miércoles, 16 de julio de 2014

Aproximaciones sopocachenses





He morado el grueso de mi vida en las proximidades.

Me explico; una vivienda próxima a las que una vez fueron poderosas factorías textiles –la Forno y la Soligno- apenas como referencia de mi llegada a este mundo, para inmediata y, más adelante, conscientemente estar en las cercanías del Calvario. De ahí, a residir en las inmediaciones del estadio del Bolívar, y así sucesivamente… por el zoológico, más o menos en la cancha del club Litoral, mirando desde arriba el complejo del Tigre y en otras ubicaciones siempre algo periféricas a los puntos de referencia más emblemáticos de cada zona, trátese de la Norte, San Pedro, Jupapina, Bolognia, Lomas de Achumani, Següencoma, etc.

Intencionalmente, he dejado fuera de la lista a Sopocachi. Lo he hecho así porque, salvo la zona que actualmente me acoge, puedo decir que he vivido en el corazón de Sopocachi, ahicito del Montículo, de la plaza España, del monumento al Corregidor Perpetuo de la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, el insigne Miguel de Cervantes Saavedra, del mercado que lleva el nombre del barrio, de la plaza Avaroa, de los boliches más renombrados de la bohemia paceña –no me libré de involucrarme en el proyecto de uno, el “Coyoacán”-. Rematando, para certificar eso que se denomina “pertenencia”, en las mágicas misas en la Inmaculada Concepción, en tiempos en que las ofrecía el irreverente cura Hugo; poco me faltó para formar parte de alguna fraternidad y salir a bailar en la entrada de diciembre. En concreto, he cambiado varias veces de domicilio dentro de “Sopo”, pero siempre en sus entrañas más profundas: un poco de mí está compuesto de Neptuno, Forum y Universidad Nuestra Señora de La Paz –donde ejerzo la docencia desde hace más de doce años-.

En términos prosaicos diríamos que “no hay dónde perderse” -de hecho, si por algún motivo apareciera abandonado en alguna de sus calles, sabría exactamente dónde me encuentro- soy bastante más sopocachense que achumaneño, por decir algo. Eso sí, de miraflorino no tengo nada –lo más cerca que estuve de serlo fue cuando ensayaba con una banda musical en las proximidades del estadio-.

Con toda la movilidad en materia de residencia que tuve –y, sinceramente, quisiera quedarme donde recalo actualmente (que no es Sopocachi)- he ido dejando cosas por aquí y por allá, conservando, sin embargo, las que considero intransferibles. Una de ellas –mire usted adónde nos lleva esta historia- es una colección de la revista “Sopocachi” de la cual fui suscriptor. La tengo flamante, como recién salida de la imprenta y como imperecedero recuerdo de quien fuera su gestor y editor, Huáscar “Huaqui”Cajías.

“Sopocachi” circuló entre mayo de 1989 y enero de 1993 (hasta donde los ejemplares de que dispongo lo muestran), manteniendo una fidelidad a su presentación externa e interna que no parecía claudicar ante exigencias más “comerciales” en  cuestiones de diseño y diagramación. Me pregunto si acaso continuara publicándose, si se mantendría con las mismas características pese a todas las “novedades” que han ido apareciendo los últimos 20 años. Nunca lo sabremos, porque ahora su impulsor es uno más de los espíritus que rondan por la zona que, para bien o para mal, ya no es la de entonces, aunque el editorial del primer número de la revista ya daba cuenta de las transformaciones que ocurrían: “… la ciudad de La Paz vive importantes y acelerados cambios bajo la influencia de corrientes modernizadoras. Desde hace algunos años, los distintos estratos de la sociedad paceña, asentados en su pasado sociohistórico, tienden a configurar nuevas orientaciones culturales, artísticas y estilísticas, las que cotidianamente son expresadas por los habitantes en sus barrios… La zona de Sopocachi y su entorno constituyen una dinámica muestra de lo señalado”.